El inicio de la lactancia no siempre es como lo imaginamos. Muchas mujeres sienten dolor, tensión o incomodidad, y eso no significa que estén haciendo algo mal. A veces, el dolor es parte del proceso de adaptación: el pecho se llena, el bebé succiona con fuerza, y nuestros cuerpos están sensibles.
Pero cuando el dolor se vuelve persistente, aparecen grietas, o sentís angustia al momento de amamantar, es una señal de que algo necesita atención. A veces es solo cuestión de corregir la postura, revisar el agarre o encontrar una posición que alivie. Otras veces, hay que mirar más profundo.
También puede influir el tipo de parto, la subida de la leche, o la propia sensibilidad de tus pezones. Incluso el estrés o la tensión emocional pueden afectar cómo se siente el cuerpo al dar la teta.
Es importante saber que hay soluciones: acompañamiento personalizado, ajustes posturales, ejercicios de relajación, y en algunos casos, intervenciones específicas si hay frenillo u otras causas físicas.
No normalices el dolor. Amamantar puede ser demandante, pero no tiene por qué doler siempre.
Criemos juntas con calma y conexión ❤
Vicky Polleri – Psicóloga, Puericultora y mamá de 3 👦🏻👦🏼👧🏻